20 dic. 2006

CARTA AL CAMARADA JESUCRISTO

Te escribo, por varios motivos.
El primero, es para explicarte por qué hay tanta gente que alargó las distancias contigo.

Tú estás cerca.
Son ellos quienes están lejos.
Te aclaman todos los domingos en misa, pero no te escuchan ni te hacen caso.
Te tienen detenido, sacrificado y permanentemente guindando de una cruz.
En realidad te dejan allí, deseando que no te vayas a mover, porque les molestan tus prédicas y tus ejemplos.

Con la excusa de la llegada de tu cumpleaños, llenan los centros comerciales para comprar un montón de cosas que no sirven para nada.
Para comprar a sus niños juguetes importados.
Para comprar a sus perros zapatos de plástico.
Para comprarse a sí mismos perfumes y ropas lujosas.
Pero, no te regalan lo que realmente tú deseas.
Se acuerdan al llegar diciembre de pintar sus casas, como una forma casi inconciente de lavar sus faltas.
Están tan lejos y te tienen tan clavado, que creen que tú no te das cuenta que piensan sólo en ellos... en su entorno pequeñito... al que imaginan un mundo.
Pero no se acuerdan o no quieren acordarse que tú, amas a los enfermos y a los pobres porque eres un guerrero, que sigues siempre atento a los demás y que invitas a vivir de una manera diferente.
Ellos, esos hipócritas que sólo tienen dinero y se creen superiores y poderosos, no quieren saber nada con tu mensaje de libertad, con tu entrega....
Aún no te han dejado entrar en su mundo, porque te tienen miedo.
Tienen temor a que los cambies.
No han entendido nada.
No agradecen tu Amor.
No creen en tu Camino.

Siguen creyendo en la muerte.
Por ello, te mantienen sangrando.
Lo que no saben tampoco, es que tú, no estás ahí.
Que no eres una figura decorativa, flagelada y llena de espinas.
Tú no eres teoría.
Eres práctica.
Estás viviendo entre nosotros.
Vives en las ciudades bombardeadas, recogiendo niños mutilados e inspirando a sus padres a continuar la lucha.
Estás en las calles de los nuevos pueblos libres, caminando junto a los indígenas y gritando libertad.
En Venezuela, trabajas en las misiones.
Estás en las carpas de Parque Los Caobos, convenciendo a nuestros hermanos en común para que abandonen la droga, para que dejen la basura, para que duerman arropados.
Entras en las ciudades como una luz, ya no montado en un burro, sino en un tren.
Devuelves la vista, pero ahora a través de tu Misión Milagro.
Curas a los enfermos en los Centros de Diagnóstico Integral y te rodeas de los niños a los que tanto amas, en el Cardiológico Infantil.
Multiplicas los panes en los megamercados.
Bendices las aguas en las mesas técnicas.

Sabemos que estás aquí, por eso no tenemos miedo.
Sabemos que mantienes permanentemente protegido a Hugo, nuestro hermano presidente.
Intuimos, que le hablas al oído todos los días...
Nos damos cuenta que eres su mejor consejero.
Su hombre de confianza.
Su mejor ministro,
Su mejor guardaespaldas.
Si tú estás con él y por lo tanto con nosotros ¿Qué nos puede pasar que no sea bueno?
Ya estamos viendo tus resultados.
Estás entre esa inmensa mayoría de todos estos ángeles rojos que caminan contigo en las marchas.
Rojos de Amor.
Rojos de Pasión.
No rojos de tu sangre.

Nuestra vida a tu lado nos ha dado calidad.
Nuestro camino ya no lo hacemos solos, sino con millones de hermanos y hermanas, unidos en la seguridad que tenemos las mismas metas, los mismos anhelos e inquietudes.
Compartimos el ejemplo de tu vida.
Gracias por elegirnos.
Ah! me olvidaba: aunque no esté segura que naciste un 25 de diciembre, no importa, ¡Feliz Cumpleaños, Jesús revolucionario!

(Óleo de J.R.Castillo)