2 ene. 2007

GUERRA SECRETA CONTRA EL MEDIO AMBIENTE

A principios de los años 80, no había necesidad de ser un militante ecologista ni de interesarse de cerca por la política para saber que Ronald Reagan no tenia nada de conocimiento sobre el medioambiente.
Había declarado públicamente que la contaminación atmosférica era debida en gran parte a las plantas...
Sin embargo, si una mayoría de americanos consideran a George Bush como un ignorante en materia de ecología, pocos de ellos se dan cuenta que la voluntad de su administración para devastar el medioambiente, en comparación con Reagan pasaría por cuento de niños.
El gobierno Bush ha vaciado de su contenido las leyes sobre la calidad de agua y del aire, ha congelado el programa encargado de retirar centenares de miles de kilos de desechos industriales tóxicos como el arsénico, el plomo, el mercurio y el cloruro de vinilo sobre más de 1000 sitios en 48 Estados. Ha buscado reducir en su quinta parte los efectivos humanos del departamento de la Agencia de Protección Medioambiental Desde hace decenas de años, el Estado federal tiene por responsabilidad la protección de los animales y de las plantas en vías de desaparición. Pero no es una prioridad para la administración Bush, quien por primera vez, no ha adicionado ni una sola especie en la lista de las especies en vía de extinción. Por otra parte, el gobierno Bush ha autorizado la explotación de millones de hectáreas de tierras, algunos de los cuales son reservas naturales.
No olvidemos tampoco el hecho de que la Casa Blanca ha insistentemente negado la existencia de lo que podría ser el problema ecológico más grave de nuestro siglo: el recalentamiento del planeta. Después de haber prometido en su campaña, reducir las emisiones de gas, Bush cambio bruscamente de actitud una vez elegido, calificando su compromiso como de un error.
La Casa Blanca ha censurado los informes científicos sobre el tema y ha rechazado firmar el protocolo de Kyoto sobre la reducción de los gases con efecto invernadero.
El grueso de las personas de su confianza, son también fanáticos oponentes a toda regulación, que vienen de las industrias, las cuales controlan.
Uno de los planes desastrosos de esta administración y del que se ha oído muy poco es el proyecto de perforación de 66.000 pozos de metano en Montana; un proyecto enorme que necesitaría la construcción de 40 mil kilómetros de carretera y cerca de 80 mil kilómetros de ductos e implicaría el vertido de mas de 7 mil millones de aguas usadas, desfigurando así las colinas verdosas de este paisaje. Este plan ha sido elaborado, de forma reservada, por un grupo de trabajo secreto dirigido por Dick Cheney.
Bush pretende igualmente invertir sumas faraónicas para resucitar el moribundo sector nuclear, aumentando en 50% el número de centrales nucleares, volviendo a poner en marcha los reactores obsoletos
Y esto, no es más que un inicio. Una lectura atenta de estas nuevas disposiciones legales revela que la administración Bush busca modificar la definición de la expresión
"aguas de los Estados Unidos", a fin de retirar la protección del Estado al 60% de los ríos, lagos y cursos de agua del país, ofreciendo así a las industrias la libertad de contaminar, alterar, secar y construir sobre todos los lechos de los ríos.
En junio de 2006, la secretaría de Estado para la Agricultura, anunció que más de 1 millón de hectáreas de tierras podrían ser abiertas para la explotación en un bosque nacional de Alaska, una de los más grandes bosques vírgenes en zona temperada que alberga además varias especies de animales muy raros.
Esta decisión se va a aplicar a más de 80 millones de hectáreas de tierras del oeste, es decir una zona equivalente a 2 veces la superficie de California, así como el congelamiento del programa de protección de espacios naturales que remonta a unos 40 años.

Pero no son solamente los paisajes que están amenazados, ni la pureza de las aguas, ni el aire por más importantes que sean.
Utilizando estrategias ocultas para servir a los intereses de la industria, la administración Bush está, simple y llanamente vulnerando los cimientos mismos de la democracia, la información a los ciudadanos, la transparencia del gobierno y el debate publico viviente. Esa cultura de la mentira y del engaño afecta mucho a la deteriorada democracia de los estadounidenses y ese es probablemente, el daño ecológico más grave para ese país.