1 feb. 2007

El robo de cerebros en América Latina

Por *César Prieto Oberto
La gente cambia de hogar en todo el mundo. Millones de personas se mueven en los puertos y aeropuertos, en las estaciones de tren, a través de fronteras vigiladas o no y miles de ellas van en camino hacia algún nuevo destino al cual llamarán "hogar", tal vez por siempre. Estos desplazamientos están cambiando el tejido social de una gran cantidad de naciones. La migración humana se puede definir como el tránsito permanente de personas de un hogar a otro. En un sentido más amplio la migración se refiere a todas las maneras con que los ciudadanos de cualquier nación satisfacen la siempre existente necesidad de cambiar de lugar de residencia. Esa necesidad es, a la vez, un derecho inalienable garantizado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su artículo 13: "toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso el propio y a regresar a su país". Mediante las remesas de dinero, que organismos internacionales y gobiernos están promoviendo logran dos objetivos. Primero garantizar al migrante la salvaguarda de sus derechos humanos mediante legislaciones internacionales, mejores condiciones de vida y seguridad jurídica en los países receptores, concretado en la firma de acuerdos bilaterales (España-Ecuador, EE.UU.-México) Y segundo, lograr que una parte de las remesas que envían los migrantes a sus países de origen pueda dirigirse hacia actividades productivas en el país receptor y una parte alícuota se invierta en actividades remuneradoras para el progreso de la familia receptora, así como en educación. Lamentablemente, sólo de manera indirecta estas remesas pueden generar valor agregado en los países receptores. Aún cuando contribuyen al mejoramiento de la calidad de vida de estas familias, es indudable que ese dinero se destina fundamentalmente al consumo de bienes y servicios, con una ínfima proporción a la inversión. El tema, por supuesto, está íntimamente relacionado con la fuga o robo de cerebros y/o de talentos, a lo cual le han dedicado importante esfuerzo especialistas de la investigación social, arrojando otra visión un tanto diferente al manido señalamiento de que, si bien es cierto que una elevada proporción de latinoamericanos y caribeños constituyen "fuerza de trabajo obreril", no lo es menos que una proporción muy importante de emigrantes está constituida por técnicos y profesionales cuyo esfuerzo se traduce en desarrollo, fundamentalmente para el país donde laboran. A este aserto se suman los técnicos y profesionales que trabajan para empresas transnacionales en sus países de origen, complementado con lo que está sucediendo en forma progresiva hoy día: la contratación en estos países de jóvenes recién egresados de la universidad o en su último año de carrera, con atractivos salarios, pero que en ningún caso alcanza el de los profesionales. Es más, se les incentiva con cursos, bonos y viajes para que se dediquen íntegramente a la empresa y se olviden de culminar su carrera profesional, lo cual acarrearía pagarles como tales. Al señalamiento de que no en vano, las migraciones internacionales se han convertido en uno de los fenómenos de mayor impacto en la agenda política, económica, social y jurídica internacional, por su importante repercusión tanto en países desarrollados, que obtienen de esa manera mano de obra barata y técnicos que no tuvieron que formar, como en los países subdesarrollados, especialmente los de menor desarrollo y las economías más pequeñas, como es el caso de muchos países latinoamericanos y caribeños, afirmamos que existen políticas orientadas a captar investigadores y científicos latinoamericanos y caribeños, formados en sus países de origen o en el norte, ya que sus aportes en todo caso resultan más rentables para sus organizaciones. Un estudio del Banco Mundial, revela que "la fuga de cerebros es masiva en los países pequeños y pobres que se encuentran en proceso de desarrollo, mientras que más del 50% de los graduados universitarios emigran de los países centroamericanos y caribeños, en algunos de dichos países esta cifra llega hasta el 80%”, como es el caso de Haití. Si bien la movilidad de los trabajadores altamente calificados puede ofrecer muchas ventajas, las consecuencias del éxodo de personal capacitado podrían resultar serias en muchos países en desarrollo." Señala que lo que se conoce como la “fuga de cerebros” continuará siendo una de las principales prioridades en el campo de la investigación del desarrollo en el futuro.
La fuga de cerebros es menor en los países más grandes
El informe de la ONU dice que el problema de la fuga de cerebros reviste mucho menos magnitud en los países más grandes. Como promedio, en los países con más de 30 millones de habitantes, el éxodo de profesionales y personal calificado es inferior al cinco por ciento de toda la población con estudios universitarios. Esto se debe a que dichos países tienen una gran población de personas calificadas, de modo que aunque emigre un gran número de estos profesionales, el porcentaje es de todas maneras pequeño. En países como China y la India, por ejemplo, sólo del 3 al 5 % de sus graduados viven en el exterior, una situación similar a la que acontece en Brasil, Indonesia y la ex Unión Soviética. En cambio, en África del sur, los trabajadores calificados conforman sólo el 4% de toda la fuerza laboral, pero estos trabajadores comprenden más del 40% de la gente que se marcha del país. La mayoría de estos profesionales universitarios de los países en desarrollo emigra a los Estados Unidos, al igual que a la Unión Europea, Australia y Canadá. La inteligencia de los ordenadores se ha integrado en miles de artefactos. Teléfonos móviles, agendas electrónicas o videos con disco duro. Podemos hablar con máquinas que entienden nuestras órdenes y hay quien afirma que para el año 2050 esas máquinas podrían tener conciencia de sí mismas. Los expertos investigan sobre el “ordenador definitivo”, que en lugar de cables y circuitos usará ondas cuánticas y tendrá tamaño atómico. La biónica podría hacer posible la fusión entre mente y máquina. De una economía tradicional vamos pasando a una economía del conocimiento. Los servicios se manejan en idioma digital, transmitiendo conocimientos de las personas que consiguen patentes, los consultores, los que elaboran leyes, los investigadores de tecnologías, los que hacen programas informáticos. La economía tradicional de un país puede sufrir cambios profundos y desaparecer en una semana. Se puede generar mucha riqueza a corto plazo, pero esa riqueza depende del conocimiento digital. Aquellos países que controlan su macroeconomía, la inflación y el presupuesto, pero no generan nuevos conocimientos, se pueden volver irrelevantes y desaparecer. No hay inmunidad ante las nuevas tecnologías. No es suficiente competir sólo con materias primas sin avanzar en esos conocimientos. Existe la caza de cerebros porque una inteligencia puede ser más valiosa que una mina o un pozo de petróleo. El capital humano y la educación de la gente son esenciales para que un país pueda generar patentes, ideas, empresas. Otro de los nuevos lenguajes esenciales para el futuro está en la genética. Desde 2001 el mundo posee el mapa de la secuencia genética del ser humano. Las posibilidades de modificar los códigos que transmiten la vida se hace infinita, las únicas fronteras parecen las cuestiones éticas y la financiación de investigaciones. Ya es posible obtener de una mazorca de maíz fibras de poliéster aplicable a la industria textil, se cultivan vacunas contra el cólera en árboles de plátano, se puede obtener seda en cultivos de leche de cabra y todo ello gracias a los cambios del código digital en la electrónica, modificando su código genético. Ya se conoce el mapa completo de los seres humanos y de los ratones y está comprobado que las diferencias genéticas entre ellos son mínimas. Los avances de la tecnología digital hacen posible reducir al mínimo la movilidad de los técnicos y científicos de los países del sur hacia los países industrializados. Ante esta evidencia, las Naciones Unidas ha señalado que las nuevas tecnologías deberían servir para evitar la fuga de cerebros de los países en desarrollo hacia otros lugares. En una conferencia de prensa celebrada en la sede de la ONU un vocero del organismo resaltó que “la tendencia ha variado y ya no se produce un movimiento migratorio masivo de profesionales como ocurría hace 30 años. Ahora muchos migrantes son expertos en tecnologías de la información que no necesitan cambiar de residencia, ya que trabajan vía Internet desde sus países de origen, aunque lo hagan para empresas extranjeras”
Globalización y trabajo
La globalización económica y financiera y la internacionalización de los mercados (la fase de desarrollo del capitalismo más especulativo) ha provocado efectos perversos en las relaciones entre los países, facilitando a las empresas (sobre todo a las más grandes y a las multinacionales) su movilidad por todo el planeta, sin apenas restricciones, en busca de las legislaciones laborales y medioambientales más favorables a sus intereses (y allá donde no existen legislaciones que les sean favorables, se está intentando a través de los "centros de poder " o de los "líderes" de opinión y de conformación de valores) todo lo cual está provocando graves efectos sobre el empleo o sobre los derechos laborales y el respeto a los recursos naturales, consecuencias que se internacionalizan en el mundo globalizado. Ya es de dominio universal que la especulación financiera, esa que se realiza en los mercados de capital, en las bolsas de valores, donde se transan no sólo acciones de grandes empresas, sino también los llamados commodities, han desplazado en el valor de los volúmenes de capitales a las transacciones de la producción de los bienes reales, esos que constituyen la verdadera riqueza de las naciones. El incremento de las desigualdades sociales y territoriales, la sobreexplotación del medio ambiente, la represión de la actividad sindical en pequeñas o medianas empresas y sobre todo en todos aquellos llamados nuevos sectores de la economía, la marginación laboral y social, sufrida sobre todo por las mujeres y los jóvenes o la explotación laboral de niños y niñas son algunos de los efectos perversos de la globalización.
El caso venezolano
Venezuela es uno de los países del sur menos afectados por el fenómeno de las migraciones de sus talentos, salvo el caso del béisbol, cuyos peloteros emigran por centenares durante las temporadas de verano hacia los países industrializados atraídos por los atractivos contratos que les reportan elevados ingresos. Una excepción a esta situación se produjo en los años 70 y 80, cuando los becarios del Plan Gran Mariscal de Ayacucho fueron tentados por jugosas ofertas en los países donde cursaron estudios superiores. Un elevado porcentaje de ellos prefirieron aceptar esas ofertas en razón de que en el país no existían políticas de desarrollo en ciencia y tecnología, aunado al hecho de que muchos de ellos se orientaron hacia el estudio de carreras profesionales sin mercado de trabajo en el país. En los últimos años, varias decenas de venezolanos han emigrado al norte a consecuencia de los profundos cambios políticos que se están produciendo en el país, unos huyendo a la acción de la justicia y otros por el estrechamiento de oportunidades para la ganancia fácil, la prevaricación y el robo descarado al tesoro público por vía de la evasión fiscal y otras corruptelas.
*Economista. Profesor universitario.